Densos y fuertes como todos los ficus, pero de grandes y relucientes hojas coriáceas. No se trata solo del Ficus elástica( más conocido como gomero), sino del deseado Ficus lyrata y otras especies menos comunes pero únicas a la hora de llenar de abundancia verde los ambientes de interior.

En el apartado de plantas de interior, los ficus no necesitan presentación alguna. Sus buenas prestaciones, gran facilidad de cultivo y su denso follaje los han hecho muy populares. Los más, los Ficus benjamina verdes y variegatas. Pero en los últimos tiempos, el más apreciado por sus enormes hojas coriáceas( hojas duras y flexibles, como si fueran cuero) con llamativas nervaduras es el Ficus lyrata, perfecto para llenar de verde un espacio con solo colocarlo en un rincón: un único ejemplar es suficiente porque su presencia es imponente.
El Ficus elástica no pasa de moda
No obstante, entre los ficus de hojas grandes ninguno es tan popular como el gomero (Ficus elastica), el más resistente y sufrido de todos, un clásico de los salones en los años 60 y 70 y desde entonces un habitual en las estancias de interior. A sus grandes y lustrosas hojas coriáceas ovales, atravesadas por una marcada nervadura central, suma su tendencia a desarrollar una silueta en forma de columna, lo que hace que no ocupe demasiado espacio a pesar del tamaño de las hojas.
Menos popular, hasta el momento, es el Ficus cyathistipula, conocida como higuera africana de brillante follaje verde que se caracteriza por sus abundantes ramas delgadas y esbeltas y unas hojas que se parecen a las del ficus elástica por la forma, pero más pequeñas y muy abundantes.
Cómo sacarles el máximo partido (y cuidarlos)
La gran mayoría de estos ficus están disponibles en forma de arbusto, es decir, con las ramas cubiertas de hojas desde la base, o como arbolito, con un único tronco despejado y una pequeña copa. Por su densidad, aportan numerosos beneficios ambientales: gran capacidad para absorber dióxido de carbono, producir oxígeno y generar humedad ambiental. Además, purifican el aire de sustancias volátiles potencialmente tóxicas, sobre todo formaldehído.
• Dónde situarlos: Los ficus de hojas grandes dan su mejor aspecto cuando se colocan contra un fondo iluminado, de forma que destaquen el brillo, la forma y las nervaduras de las hojas. De paso capatan toda la luz que necesitan. Los gomeros son los que precisan un ambiente más luminoso, sobre todo si son variegados; incluso disfrutan del sol directo de la mañana. Los otros ficus mencionados viven mejor en lugares de luminosa semisombra. Si el ejemplar tiende a inclinarse hacia la luz conviene girar la meceta cada cierto tiempo, pero sin cambiarlo de lugar. No llevan bien los cambios de emplazamiento, ya que adaptarse les supone una gran inversión de energía.

• Riego: El sustrato debería permanecer un poco húmedo siempre. El riego ha de hacerse cuando la superficie de la tierra se observe seca y siempre con moderación. No llevan bien el exceso de agua. En invierno necesitan muy poco riego.
• Abono: Un aporte cada 15 días de fertilizante para plantas verdes diluido en el agua de riego les proporcionará los nutrientes necesarios.
• Sustrato y tiesto: Deben plantarse en un tiesto un poco mayor que el original. Se puede usar sustrato para plantas de interior o universal. Para asegurarles buenas condiciones de cultivo es conveniente trasplantarlos cada uno o dos años a un tiesto un poco mayor y renovarles la tierra.
• Limpieza: Para eliminar el polvo acumulado en las hojas basta pasarles un paño suave humedecido con agua y una pizca de jabón o lavavajillas. El uso de abrillantadores puede dañar las hojas. En los meses más cálidos conviene sacarlos un momento al exterior para que se refresquen bajo la lluvia o darles una ducha con la manguera.
• Plagas: La cochinilla cerosa, sobre todo, puede aparecer en el envés de las hojas. Aunque laborioso, el método menos agresivo para la planta es desprenderla a mano con un paño humedecido.
• Mascotas: Debemos tener un cuidado especial con nuestras mascotas, ya que como sucede con todos los ficus, las hojas y la savia que desprenden resultan tóxicos.
